martes, 31 de diciembre de 2013

Mis propósitos para 2014

1.- Conseguir el cuerpo de Blake Lively. Llevo tantos años pidiendo este deseo –en cumpleaños, estrellas fugaces, túneles de carretera y pestañas descolgadas- que ya paso de tener el cuerpo de Cindy Crawford, que a ver, que mataría por él a quien se me pusiera delante, pero son tantos años ya, que la señora está perdiendo apresto y puestos a pedir deseos, una los pide a lo grande. Así que de momento me quedo con Blake. Lástima que ella no se quede conmigo. Perra.

2.-   Ser rica. Yo tenía planeado ser rica a los 30 pero ya tengo 35 y sigo pobre. O sea que alguien me ha timado en esto de la igualdad de oportunidades y no mola nada. Creo que me merezco unas vacaciones anuales a Bali, otras a un destino cultural, masajes semanales, tratamientos de belleza y muchos bolsos caros. A los 40 no llego pobre, ya os voy avisando.

3.- No estresarme. Esto es casi peor que lo de Blake Lively, porque a ver yo puedo hacerme zen o inflarme a lexatines por las mañanas, pero claro luego vienen los pelirrojos y me desestabilizan los chakras. La niña me tira toda la ropa al suelo como si estuviera haciendo figuras de Art Attack, el niño llora como si lo estuvieran acuchillando y yo o me duermo o entro en bucle de histeria con el consecuente perjuicio para mi frondosidad capilar. De cualquier manera prometo intentarlo. Un poco, al menos.

4.- Volver al gimnasio… jajajjajja. Vale.

5.- Leerme alguno de los 200 libros que tengo esperándome en la estantería con restos de purpurina y plastilina y de paso enterarme de lo que leo. Lo malo de este propósito es que tendría que quedarme despierta de madrugada y no me acaba de convencer la idea de dar cabezadas con el último Planeta dándome leñazos en la frente a cada pérdida de conciencia, básicamente porque los chichones no me favorecen en absoluto y porque, además, es incompatible con el propósito número 6.

6.- Dormir más. Aunque sea en el bus o dando cabezadas en la sección de lácteos del Mercadona porque a este paso me voy a convertir en un pastor de cabras de esos que dicen dormir tres horas al día en un pedrusco y sobrarle una y media para estar ágiles y enérgicos. Lo de que tienen 30 años y aparentan 73 nadie lo habla. Pero ya puestos, si tengo que aparentar tener 73 los aparento, pero dejadme dormir. Por misericordia.  

(…)

lunes, 30 de diciembre de 2013

Suegra sí hay más que una. 18.- La suegra sargento.


La suegra sargento es mandona por naturaleza y después de años de llevar a cabo su particular dictadura del terror tiene acobardada a media familia y la otra media le hace caso por inercia, así que absolutamente siempre se sale con la suya y si no puede ser, se enfada –enérgicamente- durante semana y media por lo que la gente recula y acaba por hacerle caso aunque sea a destiempo.

La suegra sargento no sólo se mete en lo que tus hijos deben comer, vestir o estudiar sino que lo hace vehementemente diciendo cosas del tipo "Estos niños es que no saben comer de nada, claro, como no se les ha enseñado, así están” o se cabrea cuando se entera que la niña está apuntada a funky “¿A funki? Madre mía, con el inglés como lo lleva, la niña lo que tiene es que apuntarse a clases particulares y dejarse de tantas tonterías” y lo dice abiertamente y delante de quien sea como si tú no pintaras nada o fueras una adolescente problemática.

La suegra sargento tiene a tu suegro hecho una marioneta que no habla ni dice esta boca es mía hasta que la suegra deja primero claro cuál es su postura y así el puede sumarse cual lacayo medieval y tu marido, aunque se resiste, también se deja atrapar por las garras de la dictadora y aunque te haya dicho que le parece genial que ese verano os vayáis toda la familia a Cancún, cuando la madre se echa las manos a la cabeza, empieza a hablar de los mosquitos de la malaria y de la mala calidad de las aguas y del riesgo de tsunami y tú te quedas con la cara partida y con media guía viajera de Cancún aprendida, precisamente porque él te la había regalado.

Y así con todo porque en su presencia, tu pareja es un auténtico pelele “es por no discutir con ella, mi amor”, te dice “pero piensa que ella ha críado a cinco hijos y algo sabrá del asunto” como si tú fueras una que pasaba por allí y a la que le acaban de soltar a dos niños criados... y así con todo hasta que te atragantas con tu propia bilis.

Ir a cualquier sitio con la suegra sargento es una aventura no sólo porque hay que ir donde quiera ir sino porque a la mínima que no le cuadre algo, no duda en darle un corte a cualquiera con el que se cruce, ya sea el taxista que corre mucho, la dependienta que no se entera o tu pobre padre que te ha llamado tres veces para ver cómo funciona el Ipad que le regalaste y no la deja terminar la historia que estaba contándote, que por supuesto incluía severas críticas para media familia. Y no, tú tampoco te ibas a librar.

viernes, 27 de diciembre de 2013

La carta


No sé cuántas cartas a los Reyes hemos escrito ya, ella me dicta y yo lo copio y luego le hace dibujos, pega caras de las Monster High y le echa pegotes de purpurina sobre las letras y la empapa hasta que está ilegible y pegajosa. Como si fuera nuestra nueva tradición navideña. Ésta la hicimos ayer y no puedo resistirme a colgarla. Está transcrita de manera literal aunque omitiré las z para que podáis entenderla… aunque ya aviso que está complicado.
 
Hola, Reyes Magos, por favor, me traes todos los regalos que te digo


Un micrófono grande pero con un cacharro dentro que hable muy ‘juelte’ como el que tenía Carmen pero un poco diferente y con brillantes. // Lo del cacharro dentro me entusiasma pero lo de ‘que sea igual pero un poco diferente’ me deja muerta.


Un micrófono de mentira ‘para pequeñinez’ para morder para el hermano pero que sea de mentira o que hable un poco ‘juelte’ pero no muy ‘juelte’ para que no despierte a los vecinos. // La idea era que no sonara pero se ve que luego le dio pena del hermanísimo y accedió a que también tuviera un cacharro dentro pero éste que no hable ’juelte’ porque una cosa es que los vecinos la escuchen a ella y a su voz angelical y otra al hermano que ni entona ni ná.

Un cesta de juguete con comida de mentira pero que parezca de verdad para hacer picnic y que traiga ‘chalchichas, tarta de freza y musha zanahoria’, que no se pueda comer pero que si se come un poco no te mueras por si el hermano la chupa. // Sin duda, una ‘chalchicha’ de mentira que matara al hermano sería peor idea.


Unos platos, que sean de verdad pero que no se rompan sólo si se caen al suelo mucho rato y los pisas. // No tengo muy claro por qué una vez rotos hay que pisarlos. A no ser que seas fakir, claro.


Unos tenis para pintar. // No me queda claro si quiere pintar los tenis o si lo que quiere son unos tenis para pintar con las acuarelas a modo de uniforme mitad artístico mitad deportivo. Investigaré.


Un libro de flor para plantar flores y lechugas y uno de princesas que sea corto pero un poco largo para que dure muchísimo tiempo y no me duerma nunca. // Me niego a plantar nada en cuya tierra puedan nacer lombrices y menos lechugas y me niego de la misma manera a comprar cuentos largos para pasarme dos horas cada noche relatando a la luz del móvil con la espalda como el Pozi.

Una silla para entrenar para papi. // Aunque en un primer momento parezca un acto de bondad, en realidad es un golpe bajo porque deja claro la necesidad del pater de hacer deporte, pero es benévola y le deja hacerlo en una silla. Algo es algo.


Un bolso precioso de colores y purpurina para mamá y grande para meter mi maletín de doctora. // Ya sabía yo que había trampa y que el bolso de colorines y purpurina que ya era horrible de por sí, venía con intenciones ocultas… pero al menos no implica sudar como la ‘silla de entrenamiento’ del pater.


Una muñeca de cabeza de las que no tienen manos ni pies ‘ni cuelpo’ sólo ojos y boca y pelo y que sirven para pintarlas. // Después de quedarme horrorizada durante unos minutos ante la idea de una muñeca desmembrada que sólo tiene ojos y boca y pelos, entendí a lo que se refería y no veo la hora de que alguien que no seamos mi melena y yo suframos con su terrible vocación peluquera.

jueves, 26 de diciembre de 2013

La Nenuco Consulta y otras hazañas


Siempre he sido una chica organizada. Incluso en estos tiempos insólitos de estrés acumulado, memoria reducida y dos pares de calcetines guardados en la nevera junto a la mermelada de tomate. Incluso ahora que no sé si voy o vengo y nunca encuentro nada hasta que me lo vuelvo a comprar y entonces aparece justo donde he mirado cada día para venir a confirmarme que estoy al borde de la demencia. Incluso ahora. Trato de hacer listas y llevar un orden para no acabar loca del todo, que en una de éstas me encierran en una clínica y me dejan allí sin peinarme durante dos meses, con lo fino que yo tengo el pelo y lo que se me enreda.

Así que aunque tenía previsto cogerle a la pelirroja La Nenuco Consulta para Santa Claus para que diera rienda suelta a su vocación de doctora y olvidara la de cabaretera de feria, pensé –oh, ilusa de mí- que con ir unos días antes, aquello era más que suficiente, que para envolver y esconder no hay que armar tanto –en realidad sí, pero eso será otro capítulo- y Nenuco hay a patadas en todos los centros comerciales y en las cadenas de juguetería y en todos los sitios del mundo mundial. Que para algo nos tiene que servir la globalización.

Así que cuando hace unas semanas mi madre se llevó a la pelirroja a dormir –viva, viva- y me fui de compras con Cigoto a Zara, H&M y otras tiendas amigas para ir elaborando mi carta real, se me ocurre, por aquello de que me dio una inspiración divina, llegarme a una juguetería del centro y preguntar cuánto costaba la broma.

No me dio tiempo a terminar de decir ‘consulta’ cuando la dependienta empezó a dar carcajadas y a darle codazos a la cajera en plan chungo: ‘la Nenuco Consulta, dice, Maripili, jajajja’ y más se reía y la cajera ponía los ojos en blanco como si hubiera venido a buscar un bote de antiácido o una excavadora a tamaño real. ‘Pero mujer, si eso está agotadísimo, pero agotadísimo desde hace mil… vamos que no creo que venga ni para Reyes”.

Si no fuera por no darle un disgusto a Cigoto que venía de acompañante, me hubiera muerto allí mismo del mal rato y de paso por darle por culo a Maripili y dejarle el marrón de tener un cadáver junto a los Pin y Pon, pero en lugar de morirme, salí disparada como el hombre bala en busca de alguna tienda donde hubiera un poquito de humanidad y una Nenuco Consulta para mí y mi pelirroja.

Cinco años. Cinco. Con sus 365 días y sus bisestos. Eso es lo que envejecí aquella mañana. De Carrión al Corte Inglés, del Corte Inglés a Eroski, de Eroski a Juguetos, de Juguetos a Toy Planet, de Toy Planet a Mabel… corriendo como una mona adicta a la cocaína, sudando como un pollo en pleno diciembre y con Cigoto con los ojos desencajados de la furia con la que empujaba el carro arriba y abajo en busca de nuestro Santo Grial, como Schwarzenegger en aquella película, dispuesta a cambiar mi riñón derecho por aquel cajón rosa y con el estrés latiéndome en la sien derecha como si tuviera dentro al batería de los Kiss.

Y en todos los sitios había una Maripili que ponía los ojos en blanco como si le estuviera pidiendo sangre de unicornio del grupo B negativo o como si fuera una madre mala, floja y desconsiderada por pretender comprar un regalo de Navidad una semana antes, qué poca vergüenza, porque visto lo visto, la buena fecha para comprarlos es en agosto, en la primera quincena para ser exactos.

Por suerte, una es de quejarse por aquello de que libera estrés y te regenera las dos primeras capas de la piel, y al contárselo a las amigas vía whatssap echando bilis por la boca –en este caso por las yemas de los dedos- resultó que mi amiga Isa, a partir de ahora Hada Madrina, estaba en Carrefour, donde también estaba agotada la Nenuco Consulta, pero hábil como ella sola, me localizó una caja, abandonada probablemente por alguna pobre dependienta que lo habría escondido detrás de la Peluquería de Nancy y me la cogió. Y todo fue felicidad.

Lástima que no me quedaron fuerzas ni energía para llevársela a Maripili y refregársela por la cara de lacia que tenía pero me contenté con la satisfacción del deber cumplido y con la cara de emoción de la pelirroja al ver el cajón presidiendo la mesa.

Lo que manda huevos es que al final el mérito se lo lleve el gordo de Santa Claus.

martes, 24 de diciembre de 2013

El fantasma de las navidades pasadas


Cuando una se hace madre y anda sorteando el malvivir maternal acaba por olvidar muchos recuerdos, yo creo que por supervivencia para no ir muriéndote de autoenvidia de aquellos días en los que una podía dormir once horas seguidas y despertarse con quince años menos o beberse tres copas con los amigos sin tener un shock multiorgánico a la mañana siguiente.

Yo, personalmente, he borrado los recuerdos de las navidades prematernales donde todo eran regalos para mi persona –y caros, mire usted- paseos bajo las luces, quedadas con amigos, desenfreno y algarabía y ahora sólo recuerdo las últimas navidades, especialmente las del año pasado cuando estaba embarazada hasta la boca de Cigoto y malvivía entre náusea y náusea y un asco por todo turrón viviente sin una copita de vino que echarse a la boca.

Y es que si las náuseas son algo malo siempre, en Navidad son mucho peores y si a eso le sumamos el cansancio enfermizo que arrastraba día y noche, aquello era un despropósito, que era mirar los guisos de mi madre y pedir la muerte aunque gracias a Dios aquel malestar fue a menos cuando dejé las vitaminas aceitosas que me había mandado el gine y que llevaban aceite de pescado –ya os he dicho que mi ginecólogo hacía lo posible por que lo odiara y cambiara de consulta para dejarlo vivir- y volví a los productos Natalbén –previa consulta, claro, que una es una cagona y no se rasca sin preguntarle al médico-  que eran los que había tomado con la pelirroja y, mire usted, mano de santo, que pude llegar a Reyes hecha una señora y hasta disfrutar del Suchard porque las náuseas bajaron un poco y con fuerzas hasta de seguir el ritmo de mi madre y sus compras compulsivas de los últimos días, que las vitaminas de Natalbén son el maná de mi yo embarazado, aunque eso sí, los tobillos globo, los orines continuos y el barrigón haciendo estallar las lentejuelas del vestido no lo logran erradicar, que son unas vitáminas y no la Virgen de Lourdes.

Y este año, que no hay embarazo posible y mi cuerpo es sólo para mí y mis órganos vitales, había planeado una Navidad perfecta de compras ordenadas, comidas con los amigos y los familiares, recetas deliciosas e hipocalóricas para poder encajarme los vestidos preembarazo y estar monísima de la muerte, escribir mis felicitaciones con tiempo, colocar la decoración navideña con estilo y orden para que mi casa pareciera la de la Preysler y todo perfectamente milimetrado como solía ser antes de meterme en este negocio de la crianza. Que con un poco de esfuerzo y orden todo es posible…

Pero vino mi pelirroja y me destrozó el árbol con su curiosa manera de apretujar todas las bolas en el centro del árbol y me pidió que hiciéramos galletas y “bizcochoz de loz güenoz que tú zabez” y lo pusimos todo hasta arriba de harina y a nuestros traseros llenos de adipositos nuevos y se empeñó en rellenar los Christmas de garabatos de colores y llenarme de purpurina mi chaqueta nueva bicolor mientras el hermanísimo gritaba desde el carrito a coro con los horribles villancicos infantiles que a la nena le gusta bailar y colocamos dibujos de presuntos belenes hechos con gomaeva de brillo por las paredes y pusimos espumillón sobre los cuadros como en un restaurante chino de barrio… ¡y me encantó! Vamos, que me da la impresión de que no va a haber una Navidad mejor porque este año por fin estamos todos...

Pues eso... ¡¡Feliz Navidad!!

lunes, 23 de diciembre de 2013

Suegra sí hay más que una. 17.- La suegra follonera



La suegra follonera es criticona por naturaleza, a veces abiertamente como una vecina de patio marujil y aburrida, que te cuenta las operaciones de la hermana de la vecina del quinto A y el divorcio del portero que lo ha dejado en depresión y además de quedarse calvo ya no limpia los buzones ni recoge la publicidad del Carrefour –pero es que su mujer para él lo era todo y eso que era una guarra y eso se veía venir, hombre ya- y a veces sibilinamente como esa amiga de la Universidad que ella no quiere decir nada para no molestar porque a ella no le gusta meterse en nada pero te acaba contando el número de pie de la prima segunda de media pandilla antes de que saques los folios de la cartera.

La suegra follonera llega a tu casa con un regalo para el niño que le ha traído porque ha sacado buenas notas y antes de que el chiquillo lo desenvuelva te suelta un “no se lo digas a tus cuñadas que sólo se lo he podido comprar a él y no quiero jaleos” dejando a tus cuñadas como hienas consumistas salvajes cuando a ellas les importa un bledo el asunto, y encima te dejan a ti con cara de estar guardando el secreto del Santo Grial durante dos semanas y aterrorizada porque el niño suelte prenda.

Lo peor del asunto es que en más de una ocasión, la suegra follonera ha comprado regalos para todos pero los ha aleccionado bajo la misma consigna bien para que todos nos sintamos sus favoritos o bien para echarnos a pelear -como el jefe maligno que le sube el sueldo a media plantilla y a la otra media no- cuando el asunto sale a la luz, generalmente gracias a ella.

La suegra follonera siempre te cuenta truculentas historias sobre lo mal que la tratan los otros miembros de la familia “con lo buena que yo soy y lo bien que me porto con ellos que ni me echo la siesta para poder llevar al niño al pádel los viernes por la tarde que ni la novela me da tiempo de ver” y luego te enteras por la prensa de que es ella la que insiste en llevar al nene porque los padres lo tenían apuntado a extraescolares de inglés y el niño lo que quería era ir al fútbol… y además sus padres no trabajan los viernes tarde “pero es que me gusta estar un ratito con mi nieto a solas, si yo no tengo nada que hacer y estoy muy aburrida”, les dijo a los confiados padres de la criatura en la versión A de la historia.

La suegra follonera te coje del brazo como si te lo fuera a amputar y te lanza pullitas de cosas que dicen de ti tus cuñados “tú ya sabes como son ellos y claro no entienden que yo esté de casa en casa cuidando niños porque ellos saben como tengo la espalda pero ya sabes cómo son los hombres y mi marido ni te cuento, que dice que yo donde tengo que estar es en mi casa, que cada uno se apañe con lo suyo, si es que…” Y tú te quedas con la cara partida, básicamente porque a tus niños no los toca ni con un palo y acabas por no saber a quién detestar más de toda la historia. “Pero tú no vayas a decir nada ¿eh? Que yo lo único que quiero que os llevéis bien todos”. Y se queda tan a gusto.

Cada lunes, un nuevo modelo de suegra en ‘Suegra sí hay más que una’. Es hora de sacar la lengua viperina que Dios nos ha dado, criticar, desahogaros y puntuar a la vuestra con nuestra típica puntuación del 1 al 10… Yo me abstengo, que para eso mi suegra es un primor –y me lee jajjaja-, pero vosotros podéis dejaros la bilis… No sé por qué me da que va a haber muchos comentarios anónimos… A criticar!!! Y que no se ofenda nadie, que esto es para divertirnos!!

viernes, 20 de diciembre de 2013

Consejos navideños para madres primerizas



1.- Di no al Belén. Y dilo enérgicamente.Si tu hijo tiene entre los doce meses y los tres años, queda terminantemente prohibido, a  no ser que te mole la idea de tener un terrorífico Belén de pastores decapitados, mancos o con media cara menos, figuras amorfas de plastilina acopladas en el pesebre y mucho musgo, serrín y virutas esparcidas por toda la casa hasta el día de Reyes. Si tu niño es un bebé y, por tanto, aún es ameba o tiene la edad suficiente para no ser un Atila, entonces puedes arriesgarte. Pero de cualquier manera ten lexatines a mano. Un blister o dos.

2.- Si quieres probar el Suchard compra tabletas para toda la familia, pero reserva una para ti sola y escóndela en las botas camperas de cuando fuite al Rocío en 1999 para ir dándole mordiscos a escondidas entre histeria e histeria maternal o te juro que ni lo hueles, que a los niños no les gusta hasta que es domingo y está todo cerrado y entonces se convierten en la termita madre dispuesta a comerse hasta el dorado del papel.

3.- Asume que tu árbol va a ser una ruina. Y llévalo sin dignidad pero con entusiasmo. El extraño concepto de decoración navideña que tienen los niños es universal como los derechos humanos, y tendrás que aguantarte con las veinte bolas concentradas en la zona bajo-central y un árbol empinado hacia delante y hacer como que es el más bonito del mundo. Aviso que de nada sirve que cambies las bolas mientras duermen. Que la pelirroja no distingue el 6 del 9 pero cualquiera le cambia una bola de sitio.

4.- Olvídate de tus navidades anteriores. Esto es otra cosa. Otra cosa que cansa mucho. Prepárate para tarde de bullas con los ‘ojitos güertos’ para no perder a los nenes entre el gentío, ensaya para arrasar los pinrreles de los transeúntes con tu carrito si la cosa se pone fea y/o te vuelves loca por cualquier motivo y esquiva las bandas musicales callejeras y las pastorales variadas si no quieres acabar bailando con tu retoño como las solteronas cincuentonas de las bodas…

5.- Compra los regalos en cuanto puedas. Como si es en julio. Primero para evitar colas de dos millones de personas -que parece que regalan relojes de Cartier- con la ansiedad de Mila Ximenez en un debate de viernes noche, y segundo para evitar quedarte sin el Pokemon concreto que te han pedido. Vamos, que si en la carta han escrito el Nenuco Peinados, no vale el Nenuco Peluquería ni mucho menos la Nancy Lacitos. Ojo, que los niños son muy puristas y la podemos liar. Y luchar en la víspera de Reyes por el último hospital de las Barriguitas con otra madre ansiosa y falta de sueño es muy peligroso. Muchísimo.

jueves, 19 de diciembre de 2013

De juegos imposibles y traumas infantiles. Parte III



El elástico. ¿Quién no se ha matado viva con una amiga porque en el ‘Yo tengo un elefante azul’ se te enganchaba el pantalón del chándal y ella decía que lo que te había pasado era que te habían enredado el pie y tú te volvías muy loca y al final cogías el elástico y te ibas a casa? Mucha violencia. ¿y a quién no se le ha sollado el cuello cuando nos lo colocábamos ahí en séptima posición y la amiga de turno lo pisaba a mala leche y te quedabas medio lisiada a pique de acabar como Maria Antonieta? Cuánto sufrimiento. Por suerte en este juego fui una inútil muchos años pero acabé por cogerle el truco y lo bailaba, sobre todo en el rellano de mi casa y con mis vecinas, en cualquier posición y la mar de bien, tanto que le compré uno a la pelirroja para vacilar de estilo, pero tras tres tropezones en los que acabó hincando la frente con el suelo, decidí dejarlo por un tiempo. Por mucho tiempo.

La voltereta. ¿Acaso hay algo más humillante que ponerse con el culo en pompa y dejarte empujar por el profesor de educación física para finalmente acabar haciendo la croqueta? Pues esa es mi vida. Y todo por culpa de la mamma que nunca me dejó aprender para que no me partiera en cuello y me quedara postrada cual Ramón Sampedro… así que me pasé toda la EGB humillada mientras mis compañeros daban saltos y hacían piruetas y trechas como minigimnastas hormonadas de la Unión Soviética. Curiosamente hace poco descubrí que la pelirroja sabe hacerla aunque ligeramente ladeada, pero ahora me da miedo que se parta el cuello y se lo he prohibido. Lo sé. Soy lo peor.

El pino. Esto es como la voltereta pero en peor. Éste directamente me negaba a hacerlo de puro pavor hasta que un profesor sustituto y loco –muy loco- de mi instituto me puso a hacer la carretilla y antes de que pudiera pestañear me cogió de los pies y me levantó, dejándome al borde del infarto cerebral y obligándome a hacer un streptease forzoso al venírseme la camiseta a la cara y dejarme humillada para el resto del curso y aterrorizada de por vida. La pelirroja, por su parte, hace unos días llegó del colegio como si le hubieran enseñado la fórmula de la Coca Cola,  me obligó a mirarla con los ojos desencajados y a vitorearla en plan cheerleader mientras ella pegaba la cabeza contra el rodapié del salón, ponía cara de esfuerzo y levantaba una pierna en una especie de simulacro ruinoso de hacer el pino. Y tuve que aplaudir.

miércoles, 18 de diciembre de 2013

De juegos imposibles y traumas infantiles. Parte II

Y más...


El yoyó. Hace unos días os decía que ojalá no se pusiera de moda el yoyó porque bastante drama teníamos con el trompo… ¡como si no estuviera de moda ya! O sea, que fue escribirlo y empezar a ver a niños con el yoyó y lo que es peor a la pelirroja pidiendo uno y, claro, raudo y veloz el abuelo le trajo uno de Doaraimon, que se ilumina en plan ‘voy a darte una epilepsia de las malas como me mires más de tres segundos’ cuando sube y baja, o sea nunca porque no hay narices de hacerlo rodar en condiciones más allá de arrastrarlo como a un hurón. Buenos, el pater sí sabe, que él siempre sabe de estas cosas pero ni la pelirroja ni yo hemos logrado hacer nada decente con él. Pero no nos preocupa porque dice mi hermana que el yoyó es de tristes y una será muchas cosas, pero triste, lo que se dice triste, no. “Nosotras zomoz chicaz chachiz” o eso dice la pelirroja.

El diábolo. Venga ya ¿En serio alguien sabe manejar el diábolo? Alguien que no sea un hippie profesional y/o un okupa insumiso con rastas hasta el culo, quiero decir. Para ser sinceros nunca lo he probado, básicamente porque no he sentido la necesidad como tampoco he sentido la necesidad de comerme un caracol, mire usted, que hay experiencias en la vida que una prefiere rehusar, que no todo va a ser amplitud de mente y necesidad de nuevas experiencias, hombre ya. Pero la pelirroja usó una vez el diábolo del hijo de unos amigos –que lo manejaba como un experto, vamos que este niño no llega a ná en la vida, lo que yo te diga- y lo empeñó en el mueble del salón de la pobre familia anfitriona y a poco estuvo de cargarse el buda de la suerte y el karma tibetano del hogar. Vamos, que no nos invitan más.

La comba. Quien no se haya llevado un combazo en la cara y/o en la espalda cuando trataba de entrar en ‘a la salida del tren, métete’ y no se ha quedado sin respiración del dolor y la humillación popular, ni ha tenido infancia ni ha tenido nada. A mí, particularmente me dejaban jugar porque era amiga de las guays y de las jefas del cotarro y porque mi hermana ponía como condición que me dejaran jugar a mí, que yo era tres años menor y quince años más torpe. Lo peor es cuando lo hacíamos por parejas y le arruinaba la vida a la compañera, que tenía que callarse y aguantar mecha o la echaban, que aquello era como Los Soprano de barrio. La pelirroja nunca ha jugado a la comba de éstas –dios la guarde el día que lo intente- pero sí a las pequeñitas unipersonales en plan Rocky Balboa y no ha perdido los dientes de milagro, pero los latigazos que se pega en los empeines de los pies la han dejado sin ganas de fingir que se le da bien y llena de moratones en los tobillos.

martes, 17 de diciembre de 2013

De juegos imposibles y traumas infantiles. Parte I



Vale que soy una inútil desde niña y que nunca se me han dado bien los juegos que requirieran de cierta coordinación manual o de movimiento y es que aunque no soy una patuleta -que conste que bailo bien y me muevo con cierta gracia, un respeto- siempre he sido un paquete para jugar al pañuelito, al elástico o a la comba y que si me elegían de entre los primeros era porque la capitana siempre era mi amiga Rocío y me elegía por amor y por lástima, a sabiendas de que me iba a liar la cuerda entre los pies y morder el polvo antes de la segunda vuelta de comba. Qué pena.

Pero independientemente de mi poca agilidad pueril –aún recuerdo el juego de la Botibota del 1,2,3 que jamás logré terminar con éxito sin dejarme la frente contra la pared mientras mis vecinas llegaban hasta las 1.000 vueltas sin pestañear- he estado recapacitando y he llegado a la conclusión de que los juegos infantiles son la mayoría muy difíciles y  que no hay necesidad de ponérselo tan difícil a los chiquillos. A no ser que la voluntad de los fabricantes sea precisamente ésa, claro.

Hace unos días os hablé del trompo –peonza en según dónde- pero ésa es sólo la punta del iceberg, tenemos más, muchas más opciones para acabar con la autoestima hecha trizas. Os hablaré de mis traumas infantiles al respecto y también os hablaré de los futuros traumas pelirrojiles, que ha heredado la agilidad maternal frente a los mismos juegos tradicionales que vuelven para dar por saco y dejarnos la vida en ello.

El trompo (peonza). Ya os hablé hace unos días de nuestros problemas con el trompo, que estaba acabando con la poca paz familiar que nos quedaba. Pues bien, no ha habido mejoría. Ninguna. De momento la niña sigue insistiendo en lanzarlo como quien lanza cócteles molotov mientras todos nos agachamos y seguimos hablando del tiempo como si tal cosa. Yo por mi parte paso ya del asunto. Era eso o el divorcio.

El Hula hop. Si por algo me he deprimido en mi vida es por no saber bailar el hula-hop. Ni un poco. Ni una vuelta sin que se caiga redondo a mis pies. Y mira que mi madre me compró tres y que eran brillantes y preciosos y que yo bien podía haber sido una gimnasta olímpica con tantas horas de ensayo, pero no. Y encima tenía que aguantar como mis amigas le daban al aro como si fueran mini rusas en las Olimpiadas. Mi amiga Rocío, que era la gran crack de todos los juegos, era capaz de hacer 100 sólo con el cuello. Yo lo intenté hace tres días y casi muero como un conejo de granja. Por su parte la pelirroja sólo ha logrado darse dos leñazos en los dientes porque lo lanza con mucha fuerza... imagino que para que aquello por mera inercia le regale un primer giro, pero ni ése logra, pobrecita. Pero eso sí, el aro cae y ella sigue moviendo las caderas como una Beyoncé borracha sin darse ni cuenta de que el hula hop está en el suelo... Angelito mío.

lunes, 16 de diciembre de 2013

Suegra sí hay más que una. 16.- La suegra porculera


La suegra porculera puede estar más de tres semanas sin ver a los nietos pero decide pasarse a visitaros un lunes a las nueve de la noche, cuando estás en tu momento locura suprema del día con baños, cenas, cuentos y dormidas… y encima te pide una cervecita ‘que vengo destrozadita pero yo por mis nietos…’ y tienes que dejar la tarea, atenderla y darle conversación hasta que decide irse a las once de la noche y te deja a los niños pegando saltos en el sofá y tu con la mandíbula desencajada.

La suegra porculera te dice que no puedo asistir a la función de fin de curso de tus peques, pero justo la misma mañana del evento decide aparecer y dado que sólo habías reservado sitios para los que ibais a ir, te ves obligada a dejarle tu asiento y ver a tu retoño vestido de angelito desde la otra punta del gimnasio que apenas lo distingues de los otros siete querubines, mientras ella sienta un señorón culo en tu silla y de vez en cuando se gira para saludarte.

La suegra porculera nunca está dispuesta a comerse nada de lo que le pongas pero suavonamente siempre te pide otra cosa en plan ‘uyuyuy, yo qué me voy a comer ese pastel tan grande, yo me comería una tostadita como mucho’ y si el próximo día le pones la tostada te sale con el ‘ay, mujer, me da cosa dejártela plantada, pero prefiero unas galletillas sencillitas’ y así con todo.

La suegra porculera decide que no se vuelve con su marido de las bodas ‘porque es muy aburrido y siempre se va después de la cena’ y se os acopla para colocarse delante y dejarte a ti con las caderas sepultadas entre las dos sillitas –que aún tienes moratones de la boda de la prima Maripili- pero es verlo desaparecer por la puerta y veros bailar como descosidos y empezar a dar guerra para volverse a casa ‘es que estoy muy cansada y estos niños también tienen que descansar ya…’ y acabas probando la tarta nupcial de milagro.

La suegra porculera es capaz de tenerte una hora al teléfono contándote la última trastada de tu cuñada o el pelado desastre de su vecina ‘la mala que tú sabes que no me puede ni ver y eso que yo siempre me he portado de maravilla con ella, que la gente no se merece ná’ aunque le digas que tienes que ir a recoger a la niña o a un peregrinaje a la Meca, pero luego si llamas para preguntarle algo importante no te coge o te cuelga antes de que le des los buenos días ‘hija mía es que me has pillado con lo de Rosa Benito y no quería perderme puntá, pero vamos que no sería para tanto, digo yo...’.

Cada lunes, un nuevo modelo de suegra en ‘Suegra sí hay más que una’. Es hora de sacar la lengua viperina que Dios nos ha dado, criticar, desahogaros y puntuar a la vuestra con nuestra típica puntuación del 1 al 10… Yo me abstengo, que para eso mi suegra es un primor –y me lee- jajjaja, pero vosotros podéis dejaros la bilis… No sé por qué me da que va a haber muchos comentarios anónimos… A criticar!!! Y que no se ofenda nadie, que esto es para divertirnos!!

sábado, 14 de diciembre de 2013

Especial de compras navideñas


Pues así como quien no quiere la cosa ¡ya es navidad! Y las calles ya están alumbradas, los árboles decorados, los belenes colocados, las panderetas en guardia y la gente tirada en las calles en busca de ambiente navideño, de frío de diciembre, de chocolate con churros, de familieo y de ir echando un ojo a los posibles regalitos que encargarán a Papa Noel y a sus Majestades los Reyes Magos.

Y yo que soy amante de los regalos –sé que debería decir que no, pero tengo un afán no consumista pero sí primo hermano que me devora- no podía dejar de recomendaros algunas marcas que colaboran con este blog y que tienen auténticas preciosuras no sólo para regalar –oiga, que los Reyes también traen ropita, no todo va a ser Nenucos cabezones y Playmobil semiarticulados- sino también para que vuestros retoños luzcan hechos unos señores de cara a las fiestas. ¿O acaso hay otra fecha mejor que Nochebuena o Navidad o Nochevieja o Reyes para poder ponérselo todo? Pues mire usted, no. Y hay que aprovecharla. Así que a continuación os voy a presentar a algunas de nuestras marcas amigas y las cositas que tienen a precios inmejorables y que te llegan en un plis. Y lo mejor de todo, te olvidas de bullas y jaleo y niños pataleando porque puedes mirar y remirar y comprar desde tu sofá con tu copita de vino y tu relax como la gente de bien.

He aquí mi selección:

Mi Martina

Ya os presenté hace tiempo a Mi Martina, una firma que ofrece ropa personalizada para niños y niñas de 0 a 12 años de edad y donde podéis elegir hasta el último detalle en el diseño de vuestras prendas, hechas artesanalmente, con telas y acabados a elegir para dar un toque único y original... Así que no me parece mejor sitio que éste para encargar los vestiditos de vuestras muñecas y los trajes de vuestros príncipes de cara a la Navidad…que ¡anda que no hay eventos importantes para lucirlos!





Yo me pido… un vestidito de la colección Cupcakes para la pelirroja ¡no pueden ser más bonitos!



Podéis mirar más cositas en su web www.mimartina.com o en http://mimartina-miscositas.blogspot.com.es/


Todo buen vestido necesita un buen calzado y Pisamonas es uno de nuestros sitios preferidos porque cuentan con zapatos de primerísima calidad, modelos para todos los estilos y con unos precios de fábula. Mocasines, merceditas, pisacacas, botitas… auténticas maravillas hechas con materiales de primera calidad y todo made in spain… Y por tener tienen hasta leotardos Condor a 7,90! Y con los envios y cambios de talla gratis... ¿Estamos locos? 







Yo me pido... unos pepitos de piel y badana en celeste para Cigoto y unas merceditas de niña serratex con cierre de velcro en color camel para la pelirroja… Están tan bien de precio y son tan monos!!



 Podéis mirar todos sus modelos y sus fantásticos precios en su web www.pisamonas.es




Ya os he hablado muchas veces de KoolBee y de lo suaves y confortables que son sus prendas, elaboradas con materias primas de la mayor calidad y de lo chulos que son sus diseños pensados para los peques de la casa… Así que aunque a los peques les gusten más los juguetes que la ropa –sólo faltaría- sin duda agradecerán que los Reyes les dejen alguno de estos divertidos diseños para fardar en el colegio.





Yo me pido… el mono gris con bigote para Cigoto y la camiseta Perro salchicha para la pelirroja






Mirad todos sus artículos en www.koolbee.com



Porque los niños necesitan más de un zapato, nosotros os hablamos de otra zapatería fabulosa, que también trabaja con calzado español, de primerísimas marcas y con la mayor calidad por bandera… Y con los mejores precios. Una bicoca, oiga, porque en Calzados Marta Pastor puedes encontrar modelos para todos los gustos y ocasiones y con la comodidad de comprar desde casa…







Yo para estas navidades me pido... unas botitas inglesas de serraje en camel para el nene y unas botas altas de serraje en azulón para la pelirroja... ¡me encantan!



Podéis conocer todos sus artículos en www.calzadosmartapastor.es



Aunque los bebés sean bebés y no se enteren de la misa la media también tienen derecho –angelitos míos- a recibir un regalo de sus majestades y si nos cuesta la mitad porque es de segunda mano y seminuevo como todos los artículos de bebé y niño que tienen las chicas de BabyBoo, pues eso que se ahorran los Reyes, que la crisis ha llegado a todo el mundo, hombre ya.
Y para los que queráis ganaros unos eurillos podéis hacerlo a la inversa y vender las cosas de vuestros peques que ya no uséis y que estén casi nuevas y gastároslo en comidas de navidad o regalitos variados…



Yo por mi parte me pido…un saltador para bebés para que Cigoto vaya ejercitando el body.


Echad un ojillo que hay cosas muy interesantes... www.babyboo.es




Yo que estoy loca por tener una niña artista creo que entre los regalos de Santa Claus y los Reyes deben caer de manera obligada cositas para desarrollar su creatividad y capacidad artística y sobre todo para que se entretengan y nos dejen vivir! Jajjaja… Pinta, que es una afamada academia de arte de valencia ha creado las cajas pinta, que son cajas personalizadas que incluyen todo lo necesario para que el niño –según su edad y sus preferencias- pueda hacer un montón de actividades creativas como pintura, dibujo, escultura y, de paso, pasárselo en grande… ¿Puede haber algo mejor?




Yo me pido… una caja Pinta para la pelirroja y otra para mí que estoy frita por darle al pincel!!

Mirad todo lo que hacen en http://www.pintavalencia.com/



Yo no sé vosotros, pero yo este año pienso abogar por la belleza que ahora que ya he parido todo lo que pensaba parir, toca recolocar este cuerpo, que el verano está a la vuelta de la esquina y luego todo son pareos y dramas… Y no hay que olvidarse del cuidado facial, que una no tiene arrugas –todavía- pero con esto de la maternidad doble y el estrés maldito, miedo me da convertirme en una anciana antes de que Cigoto haga la Comunión… y para ello ¿qué mejor que Farmacia Market? Te venden on line, te asesoran y todo se sale mucho más barato que en la farmacia de al lado de casa. Como te lo digo. Y también hay productos para el bebé y muchas cosas más…





Yo me pido... toda la gama de Somatoline Cosmetic reductor intensivo que la operación biquini empieza en Navidad!


 Comprobadlo en www.farmaciamarket.es



Si se llama El Planeta del bebé es porque es el planeta del bebé, un lugar donde puedes encontrar absolutamente de todo para los peques de la casa. Cunas, cochecitos, artículos de baño, tronas, juguetes, hamacas, columpios y un larguísimo etcétera… Tienen tiendas física pero también venden on line y tienen unos precios que son más que buenos! Y por si fuera poco ahora tienen un catálogo de ofertas para Navidad.





Yo me pido... para Cigoto la alfombra de juegos Los Principitos, para la nena las pegatinas decorativas con medidor de Tuc Tuc y para mí, el muñeco Simply Croakos rana ¡que me trae loca!




Mirad todo lo que tienen en http://www.elplanetadelbebe.com/

Si sois tan frioleros como yo y lo que os mola es tiraros a ver la tele con una mantita y un paquete de palomitas –mataría por una tarde de éstas sin pelirrojos dando guerra-, esta iniciativas os va a encantar y es que los chicos de Mantas Personalizadas se dedican a hacer mantitas de todos los tamaños y tipos con las fotos y composiciones que tú quieras… desde instantáneas familiares, divertidas, en familia o con amigos hasta composiciones con las imágenes que quieras. Y no sólo hacen mantas, también colchas, cojines, toallas y ¡hasta batamantas! Y ahora por Navidad te hacen un 25 por ciento de descuento. Pásate y conócelos.


Yo me pido... una mantita polar para ver la tele con fotitos divertidas de toda la familia...

Echa un ojo y haz tu pedido en www.mantaspersonalizadas.com


¡¡Pues ya estáis tardando en hacer vuestra carta!!
Que yo la mía ya la tengo lista ¡y tiene más de un folio! jajajjaa

viernes, 13 de diciembre de 2013

El trompo maldito



Hay cosas fabulosas que quitan del mercado como mi champú volumen 24 horas de Tresemme con nocturnidad y alevosía y sin miramiento hacia mi persona, que ve alejarse su melena Mufasa sin poder siquiera reclamar, y luego, sin venir a cuento y sin que nadie los haya reclamado, vuelven cosas antiguas –que llaman tradicionales- para amargarnos la existencia a las madres del mundo, o al menos, a aquellas madres cuyos hijos han heredado su nula agilidad y su escasa coordinación de movimientos.

Pues sí. Yo era feliz viendo a mi niña jugar con sus muñecas y sus pinturas y sus pelotas y subiéndose al tobogán y a los castillos de los columpios –que trabajito le costó, pobrecita mía- y va el otro día y me dice que quiere un trompo. ¡Un trompo! 'Pero si eso no se ve ya por el mundo', le dije yo, y no había terminado de pronunciar la frase cuando pasamos por el parque que hay junto a su colegio y veo a un montón de niños lanzando trompos con una ilusión y un encadilamiento como si fuera el descubrimiento del siglo, con la de disgustos que me llevé yo en mi infancia con el mierda del trompo que ni una sola vez fui capaz de hacerlo girar como el resto del mundo.

Y claro, la niña quería el trompo y mi padre le compró el trompo aun a sabiendas de que íbamos a repetir la historia e iba a tener a la niña frustrada lanzándome el trompo a la frente sin resultado alguno, más allá de un traumatismo craneoencefálico, que una conoce a su burra y su burra tiene su misma genética de perdedora trompil, que ágiles lo que se dice ágiles, no somos.

Pero, claro, el abuelo le trajo el trompo. Uno verde fluorescente que te taladraba las pupilas... y empezó la fiesta.

Mi padre le liaba el trompo y le explicaba el movimiento de muñeca a la niña, la niña hacía como que lo escuchaba y cuando le tocaba tirar lo lanzaba contra la tele mientras mi madre, el pater y yo nos echábamos las manos a la cabeza como en un bombardeo y así hasta doscientas veces y entonces, mi padre, de quien he heredado su escasa paciencia, se empeñó en que lo lanzara yo, con idénticos resultados y luego mi madre que lo lanzó contra la cara de mi padre, quien acabó dando bufidos y tachándonos a todos de inútiles –menos al pater que él si que sabe tirarlo- mientras a mi madre y a mí nos daba un ataque de asma de la risa y la pelirroja seguía lanzando el trompo contra cualquiera que se le pusiera a tiro.

Y asi vivimos desde entonces, liándole la cuerda al trompo y pasándoselo a la niña para que nos lo estampe en la cara, mientras el pater cubre a Cigoto y yo a mi nueva lámina de Banksy, como cuando era la hora del bombardeo de Mary Poppins pero con más miedo, que Cigoto es ver el trompo y echarse el oso panda que le regaló la abuela, por la cabeza, que agilidad yo no sé si habrá heredado, pero instinto de supervivencia, un rato.
 
La parte positiva es que la pelirroja que es inasequible al desaliento como la mamma, sigue intentando la hazaña con la autoestima intacta, aunque yo, que tengo trauma infantil con el asunto, he vuelto a revivir los años de trompazos contra la pared y ahora, por la noche, cuando duermo a los pelirrojos, en lugar de relajarme y reordenarme los chakras con una copa de vino o una película,  me dedico a darle al trompo a ver si logro que aquello gire aunque sea una sola vez. De momento, sólo he conseguido hacerle una muesca a la mesa del comedor y destrozarme los nervios, aunque dice el pater que ya casi lo tengo, aunque qué va a decir si me ve los ojos de loca y se acojona…

Se acojona... y reza todo lo que sabe... no vaya a ponerse de moda el yoyó.


jueves, 12 de diciembre de 2013

Abueladas. 1.- De manías y discursos surrealistas


Las abuelas te sorben la vida. Eso es así. No las madres de tus padres. Esas no. Ésas te cuidan y te inflan de comida cada vez que vas a verlas y aunque le expliques que estás a dieta estricta tienes que acabarte el bocadillo de quince centímetros de alto y el plato de cerezas de El Jerte que una vez se te ocurrió decirle que te gustaban y desde entonces tienes que comerte kilo y medio cada vez que la visitas. Ésas no. Las otras. Me refiero a las abuelas de tu prole. Ésas sí que dan guerra.

En mi caso particular, la piedra dura de roer es la mamma, inasequible al desaliento e incombustible como todo rottwailler, que vigila cada uno de mis movimientos y no escatima en consejos y críticas aunque se refieran al filillo blanco de la rueda del cochecito que sólo usas para ocasiones especiales. La cuestión es dar guerra.

Así si le pongo el gorro al niño, lo voy a cocer y si se lo quito, lo voy a resfriar y con los buzos y chaquetones tres cuartos de lo mismo, que la mamma tiene un termostato libre que fluctúa cada quince minutos en función de lo que yo decida ponerle a la prole.
Que si la niña va sin camiseta interior, me echa los perros, pero si quiere quitarse el abrigo en plena calle, la deja por aquello de que ‘sudar es mucho peor’. Y así con todo.

Luego está el tema de agua que tiene a mi Cigoto con la barriga como Don Pimpón de los lingotazos de agua que le mete, que a la mamma le da ansiedad pensar que tiene sed y no lo puede pedir, ‘como nada, mamá’, le digo yo… ‘igual le pica una oreja y tampoco lo sabemos’ y entonces se le ponen los ojos de loca, me lo desnuda y lo soba por todo el cuerpo para quitarle la presunta picazón.

Pero con el agua es ansia pura y no vale dársela en biberón, no me pregunten por qué. Tiene que ser en cuchara que se ve que quita más la sed porque ¿quién no ha visto a un beduino beber a cucharadas en el desierto? Pues eso. Con el consecuente empapamiento de pelele y espurreamiento masivo.

Y me regaña nivel Rottermeyer porque la niña no come casi de nada y cuando vamos a su casa y le dejo manga ancha para que le haga de comer lo que quiera y la obligue, a la segunda cucharada espurreada contra el frigorífico dice ‘Anda pobrecita, si es que le va a dar algo del asco que le da’, pero al día siguiente vuelve a regañarme porque la niña no come nada.

Pero lo mejor de la mamma son sus discursos, que si alguien la escuchara pensaría que mi hermana y yo tenemos a los niños encerrados en jaulas como en las Urdes y de ven en cuando les lanzamos un mendrugo de pan.

Así, si me llama por teléfono y Cigoto está protestando me dice ‘Anda, no seas mala y cógelo, pobrecito, no ves que tiene miedo?’ ¿Perdón? Miedo tengo yo, que tengo los brazos temblones de portar los 10 kilazos de pelirrojo día y noche y lo que estoy es recogiendo la casa… Y le encanta decir cosas del tipo ‘Ay, qué lástima de mi niño con lo chiquitillo que es’ y claro la gente me mira como si es que yo no lo tocara ni con un palo.

Y ayer mismo, que bajamos de compras, cuando nos despedimos en mitad de la calle al lado de un grupo de señoras que imagino que habrían quedado para una cena de Navidad, le da un beso a la niña y me dice con la mano en el pecho como si me estuviera pidiendo un trozo de hígado para un trasplante ‘Anda, por favor, ahora cuando llegues dale algo de comer a la niña y un poquito de agua, angelito’ … Y, claro, las señoras me miraron como si yo tuviera a la niña atada en un desván y antes de que pudiera replicar, añadió … ‘Y cuídala, cuidala, pobrecita.’

Y entonces las señoras empezaron a cuchichear como si yo fuera una madre en rehabilitación pero antes de replicar me miré en el cristal del escaparate y me vi con la cara desencajada, la mirada perdida y hasta una joroba de cansancio extremo y miré a la niña que tenía restos de chocolate hasta en las pestañas y los pelos de Krusty el Payaso tras una pelea con un lince ibérico e iba dando traspiés con unos pisacacas que le compré porque eran monísimos pero que le van grandes y me di cuenta de que nadie iba a creerme…

Y juraría que vi cómo le brillaba el ojo como al malo de Willy Foog. 

miércoles, 11 de diciembre de 2013

Cuentos de Navidad. El árbol y otros infiernos.


Si hay una época del año que me gusta es la Navidad. Por las luces, por los encuentros, por los regalos y porque la gente está más contenta de lo habitual como si estuvieras en la tienda Disney –donde no hace falta experiencia si sabes sonreír hasta desencajarte la mandíbula y tener ese punto de falta de hervor tan tierno y tan característico-.

Y disfruto haciendo listas, organizando eventos, poniendo el árbol y decorando la casa, todo con parsimonia y relax, con mi música navideña y cuidando el detalle para que todo esté perfecto… Pero claro eso era antes cuando era nomadre o madre de un bebé, que llenaba hasta el techo de bolas doradas como si fuera una sucursal del Corte Inglés, y ponía mis velas y mis estrellitas luminosas… pero ahora claro está, la cosa cambia y cada año va a peor porque tengo a una pelirroja hiperactiva de cuatro años recién estrenados, loca por participar en esta tareas como parte de nuestras nuevas tradiciones navideñas. Y sé que debería decir que es tierno y emotivo, pero qué queréis que os diga, es una de las experiencias más estresantes del año y eso que una le pone ganas y entusiasmo, que me gustaría que a la nena le gustara tanto la Navidad como a mí…

Así que el otro día puse unos villancicos clásicos de Sinatra, Dean Martin y algunos de corales tipo ‘Los chicos del coro’ y preparé el ambiente para que montáramos el árbol en paz y armonía. Pero nada más empezar, llegó el estrés porque al abrir el canapé de la cama, que es donde guardamos todas las cosas de Navidad, la niña se entusiasmó tanto que se me coló dentro para sacar ella las bolas, con el consecuente pavor de que aquella mole se le cayera en la cabeza y quedara sepultada para siempre. Pero no. No de milagro porque vino el pater y nos libró de una muerte segura.

Y antes de recuperarme del estrés, va la niña, que es una choni, y me dice que ‘ezoz zon unoz villancicoz mu raroz’ y entre el pater y ella acabaron seleccionando unos villancicos, yo diría mexicanos, de un grupo infantil al que abofetearía ahora mismo si lo tuviera delante, como si fueran los cantajuegos pero todavía más gritones, cantando el ‘Burrito sabanero’ y otras cosas muy extrañas. Pero protesté y fue peor porque al final, me tocó Raya Real y ya no había donde esconderse.

Y sacamos el árbol que mide dos metros o más, y a empujones lo montamos, bueno, lo montó el pater mientras la niña se le metía entre las piernas, dándole cabezazos en las rodillas y el pater se tambaleaba con medio árbol encima hasta que en uno de sus giros de caderas para esquivarla, me pegó un leñazo con una rama que casi me tira al suelo del impulso.

Por suerte, desde que soy madre soy más fuerte o al menos me quejo menos y con la boca doblada y la cara magullada de los refregones de las hojas empecé a desembalar las bolas como si no acabara de ser atacada por un árbol navideño gigante.

El trato era, yo le doy la bola a la pelirroja y le digo dónde colocarla, ella la coloca y todos felices. Pero no. Ella metía la mano en la caja sacaba las bolas como quien saca piedras y yo la perseguía con el alma en un hilo porque la mayoría se rompen y a pesar de mis indicaciones, la niña las colocaba donde le salía de la nariz, esto es, todas en el centro del árbol apiladas como fardos, dejando un árbol de estética imposible.

Tres bolas rotas después, una pegada y dos tiradas a la basura, y el tímpano perforado por Raya Real y los campanilleros mexicanos, la pesadilla terminó, aunque yo estuve sufriendo por ese árbol terrible hasta que la nena se durmió y pude dedicarme cual malamadre a cambiar las bolas de sitio y dejarlo hecho una monería.

Y feliz estaba yo admirando mi árbol cuando la nena –y el Terbasmin maldito- se levantó a hacer pis. Pasó por el árbol, lo miró, siguió andando, se detuvo y retrocedió hasta quedarse frente a él.

‘Mamá, yo creo que el árbol ze mueve porque mira que feaz ze han puezto las bolaz’ y antes de que pudiera rechistar, volvió a concentrarlas al frente, que la campanilla del angelote le sirve de sombrero al ratoncito del saco, que parece que está a punto de violar a la gnoma, que tiene la cara estampada contra una bola en forma de manzana, dejándose los mofletes contra la purpurina.

Pues eso, que como sea así toda mi Navidad igual me convierto en el señor Scrooge