PROCLAMA

Me molan las madres perfectas y las madres desastre que se duermen en la cola del supermercado.  Las que compran el disfraz en el chino y las que lo cosen de noche a lo Balenciaga. Las que se quedan en casa a cuidar de sus retoños y las que salen a la calle a comerse el mundo empresarial.  Me molan las madres hippies, las gafapastas y las Rottermeyer.  Las modernas y las antiguas. Las madres prolactancia y las probiberones, las que siguen a Estivill, las que veneran a Carlos González y las que pasan de los dos. Me molan las madres a las que les toca un niño insomne y no pegan ojo y las que duermen ocho horas seguidas. Las que saben lo que es un cólico del lactante y odian al mundo y las que no. Las temerosas, las temerarias. Me molan las madres  que se empadronan en la consulta del pediatra y las que buscan diagnósticos por internet. Las de pueblo y las de ciudad.  Me molan las madres de niños con necesidades especiales que hacen de la vida una bonita lucha. Me molan las madres divertidas, las cansadas, las que nacieron con instinto y las que no. Las que sólo comen alimentos orgánicos y las amantes de la bollería industrial. Las que se hacen la plancha y las que van con el pelo de Amy Winehouse al trabajo. Las que se ríen a carcajadas y las que se preocupan por todo. Me molan las blogueras, las twitteras y las analógicas. ME MOLAN LAS MONOMADRES, LAS MADRES MÚLTIPLES, LAS QUE PARIERON Y LAS QUE ADOPTARON, ME MOLAN TODAS LAS MADRES porque no he conocido en mi vida un trabajo más difícil que éste y sólo por eso ya merecen molar.

Y a todas ellas les pido perdón de antemano porque pienso reírme de mi sombra y de las suyas porque de esto trata este blog, de desmitificar la maternidad, de romper tabúes, de reírnos, de reconocer que antes vivíamos mejor, que teníamos mejor culo, más vida social y menos ojeras. De juntarnos, de comprendernos y de continuar con esta gran familia de madres cachondas que adoran a sus hijos… casi siempre.

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